La autenticidad del docente

31.03.2023

La autenticidad de un docente, de un educador/a se basa en la capacidad de ser uno mismo. Para ello es necesario que el docente trabaje con sus propias creencias, con sus verdades, para ponerlas en duda, pero para eso hace falta ver como se conduce en la relación consigo mismo  y con el mundo, con esas creencias. Todos/as las que nos dedicamos a este oficio de educar, por lo menos una vez en la vida, debemos pararnos a pensar y sentir que es educar. Si no lo pensamos, si tampoco lo sentimos, podemos estar creyendo que en la relación con el alumno/a, hay solo una autoridad directa del docente hacia el alumno/a y, por tanto, no dejar espacio a que aparezca nada más en la relación que distancia y tensión. Esto sería para empezar un ejemplo de como durante siglos la relación entre educadores y educandos ha sido una educación basada en la autoridad de yo soy profesor, docente, educador, el que sabe, y mando y dirijo, y tú, alumno eres el que no sabe, el que no estás educado, y, por tanto, debo moldearte. Es más, si el comportamiento del alumno compromete con sus preguntas, desobediencias y conductas al educador o a la institución a la que representa, ese alumno es tachado de molesto, inconveniente, caprichoso, mal educado, etc. Para mí, esa actitud del alumno/a, del educando, es una bendición en tanto en cuanto intenta ser el mismo. Confronta con sus preguntas impertinentes y su conducta desaforada, fuera de tono, a veces desobediente, a veces inconsciente hacia el educador y a su vez el educador/a cree que puede perder su posición, su autoridad. 

¿Alguna vez te ha pasado que sientas que puedes perder la autoridad ante tu alumnado? Más bien creo que son una bendición tanto para aprender a escuchar, conversar y poner límites como para que la sociedad crezca con personas críticas y que sean escuchadas en sus emociones, ideas, sentirse y espontaneidad.

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